lunes, 29 de abril de 2013

Día 18: En la tierra de los Shan

Como una familia feliz, los Chen y yo salimos juntos de excursión, dispuestos a explorar los alrededores de Hsipaw junto a un guía que trabajaba para el hostal donde nos quedamos, Nam Khae Mao Guesthouse. Partimos en una barquita, navegando por el río Dohktawady, y parando en diversos puntos. El primero, un curioso monasterio budista alojado en un precipicio. El lugar, a pesar de estar construido de forma arcaica, llevaba allí desde hace más de cien años. En una pequeña cueva, se alojaba una estatua de Buda yacente y diversa parafernalia budista. Tras fumarnos un purito con el abad, continuamos la marcha.






Más adelante, estuvimos paseando por algunas aldeas Shan, una de las minorías étnicas más importantes en Myanmar. Tienen su propia lengua, alfabeto y creencias religiosas, basadas en el animismo. Desde hace unas decadas, la junta militar birmana viene ejerciendo una fuerte opresión sobre este grupo étnico, limitando sus derechos y machacando su legado cultural. Esto ha provocado un conflicto bélico entre el gobierno y la guerrilla rebelde, que aún sigue latente en el Noreste del país. Por suerte, Hsipaw y sus alrededores son completamente seguros y no hay que preocuparse por ningún tipo de enfrentamiento armado. Las zonas de riesgo están totalmente vetadas para los extranjeros y no se permite el acceso bajo ningún tipo de circunstancia.


Ya al caer la tarde, dejé a los Chen reposando en su habitación (si, los chinos se acuestan temprano aunque estén de vacaciones) y me fui a dar una vuelta por el pueblo. Fue entonces cuando me encontré de nuevo con Antoine, el chico francés con el que habíamos compartido aquellos 3 días de senderismo de Kalaw al lago Inle. Lo que puede parecer una enorme coincidencia, no nos supo como tal y reaccionamos como cuando te encuentras a algún conocido en el centro de la ciudad. Y es que, como ocurre también en Laos o Camboya, los turistas vamos siguiendo las mismas rutas y no es extraño encontrarse a una misma persona dos o tres días después en un lugar diferente. De hecho, al día siguiente volví a coincidir con Ona, la lituana de Mandalay, pero eso ya forma parte de la siguiente entrada.



No hay comentarios:

Publicar un comentario