jueves, 25 de abril de 2013

Día 17: Sobre raíles

Empezamos (los Chen y yo) esta jornada bastante temprano para tomar el ferrocarril que nos llevaría desde Pyin U Lwin hasta Hsipaw. Hay solo dos trenes al día, a las 5:30 y a las 8:30 de la mañana, por lo que no queda más remedio que pegarse el madrugón. El viaje es una de las mejores experiencias que se pueden vivir en Myanmar, con un tren y unas vías que apenas han cambiado desde que los ingleses inauguraron la ruta a principios del siglo XX. Más que en un tren, parece que se va viajando en un coche de caballos. Si os mareáis con facilidad, tal vez esta no sea la mejor opción. Eso sí, los paisajes del campo birmano desde la ventanillas son magníficos, lo que hace que el trayecto no se convierta en un suplicio.



Pero sin duda, el tramo más espectacular e interesante del recorrido, es el paso por el famoso viaducto de Gokteik. Con sus 100 metros de altura, es el puente más alto del país. Cruzar la garganta por encima, montado en este tren de juguete, impresiona bastante. Hay momentos en los que se oyen algunos crujidos y parece que todo se va a desplomar, pero todo queda al final en un leve sobresalto. 



Tras unas 6 horas de viaje llegamos a Hsipaw, un tranquilo pueblecito situado en un hermoso valle, y rodeado de colinas donde se esparcen varias aldeas de la etnia Shan. Un excelente lugar donde quedarse a disfrutar de la tranquilidad del campo, sin agobios, con múltiples rutas para hacer senderismo o recorrer en bicicleta. El único lugar que me dio tiempo a ver ese día fue la colina de los nueve budas, desde donde se puede admirar una genial puesta de sol.








Y así concluyó este día bastante especial, no solo por el viaje en tren, sino porque cumplía años, 33 exactamente. Fue la séptima vez en la que celebraba mi cumpleaños en un país diferente. Estaba tan absorto en el paisaje y pensando en todo lo que llevaba vivido, que apenas pensé en ello. Esta vez pues no hubo ningún tipo de celebración, ni cena, ni bebidas, ni regalos. El hecho de encontrarme ahí, en tan especial país, en ese momento ya era suficiente obsequio para mí, que queréis que os diga. Espero que el año que viene vuelva a pillarme esta fecha viendo mundo, ¡ojalá!




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