El
segundo día de nuestra etapa en Yangón, lo empezamos de compras en
uno de los mercados más populares de la ciudad, el Bogyoke Market,
no muy lejos de la estación de ferrocarriles. Para los que quieran
comprar recuerdos, este es sin duda el mejor lugar (en Mandalay y
otros lugares, la oferta es más limitada y hay menos variedad).
También es un sitio al que los turistas suelen acudir para cambiar
dinero en el mercado negro. Aquí fue donde yo me compré mi lungi,
una especie de pareo que casi todo el mundo viste en Myanmar, tanto
mujeres como hombres. A partir de este momento, lo estuve llevando
puesto por todas partes, casi todos los días. Es una prenda muy
cómoda y fresca para este tipo de latitudes, y muy práctica a la
hora de visitar los baños birmanos (que en la mayoría de los casos,
suelen ser tipo agujero en el suelo). Aquí os dejo un enlace a un video que nos
explica (en inglés) como se lo ponen los hombres (las mujeres llevan
el nudo al costado): http://www.youtube.com/watch?v=faBYdhZsZms
Pagoda de Maha Vizaya |
La mayor
parte de la jornada la pasamos en el principal santuario religioso de
Myanmar y uno de los sitios que, en mi opinión, uno no debería
perderse al visitar este país: la pagoda Shwedagon. Es un lugar
único, precioso, con una atmósfera mágica, donde uno puede tirarse
horas dando vueltas alrededor de la estupa principal, saltando de
templete en templete, y deleitándose con el colorido de los monjes y
monjas que acuden en peregrinación. La entrada vale 10 dolares, y al
pagar te dan una pegatina que hay que enseñar para que te dejen
entrar. Así que, ¡truco!, si le echáis cara (como hicimos
nosotros), abordáis a cualquier otro turista que salga del recinto
con la pegatina puesta, y le pedís amablemente que os la dé, en ese
caso pasáis gratis y os ahorráis pagarle 10 dolares a un gobierno
militar y corrupto, ¡toma ya!
La
estructura de Shwedagon es en forma de cruz, y en cada extremo hay
una entrada (o salida según se mire). En el centro se alza una
imponente estupa dorada de 98 metros de altura, en cuyo interior se
supone que se guardan algunas reliquias que pertenecieron a Buda,
como algunos ropajes y parte de su cabellera. La parte más alta está
coronada por piedras preciosas y un valioso diamante, que crea
bonitos efectos de luz al caer los rayos de sol, especialmente al
atardecer, la mejor hora para visitar el recinto. Alrededor hay
pequeños templos con estatuas de Buda en su interior, donde los
devotos se detienen a rezar, o simplemente reposar y disfrutar del
espectáculo.
Al salir de uno de los templos, nos encontramos con un chaval que hablaba muy bien español, y que nos dijo que trabajaba de guía con turistas españoles. Nos pareció muy buena gente, la verdad, y nos pidió que si podía recomendarle a futuros visitantes. Así que aquí os dejo su e-mail, por si alguien se ve necesitado de este servicio: surananda@gmail.com. Antes de irnos, ocurrió la anécdota del día, cuando un equipo de reporteros de un programa de televisión birmano nos detuvo para hacer una pequeña entrevista sobre nuestra experiencia en Myanmar. Una vez más queda demostrado que tengo como un imán para este tipo de cosas, con cámaras de televisión por medio...
Al caer la noche |
Con un
estupendo sabor de boca, salimos de Shwedagon de vuelta a casa de
Colin, a la que llegamos tras un nuevo desafío en forma de autobús
local birmano. Esa noche nos despedimos de nuestro genial anfitrión
que, antes de irnos, nos mostró parte de sus habilidades con las
cariocas de fuego (o poi) (aquí lo podéis ver en acción es un
maquina: http://vimeo.com/58770569).
Y hasta aquí lo que dio de si Yangon, una gran ciudad que no se
puede obviar en ningún circuito por Myanmar. A la mañana siguiente
nos esperaba otro autobús de larga distancia, esta vez hacia
Meiktila, mucho menos turístico, pero digno de ver. Más en el
próximo episodio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario