Antes del definitivo regreso a Mandalay, donde
tomaría mi vuelo de vuelta a China, decidí para un par de días en
Kyaukme, una localidad entre Hsipaw y Pyin U Lwin, famosa por su
importante comunidad de inmigrantes chinos y sus talleres de papel de
bambú. En este pueblecito se ven incluso menos extranjeros que en
Hsipaw, y solo existe un hotel (A Yone OO Guest House) que acoge a
viajeros. A decir verdad, el lugar no tiene más encanto que el que
supone estar en un lugar donde los turistas se cuentan con
cuentagotas. El principal atractivo se encuentra en los alrededores,
con circuitos de senderismo a través de las aldeas de la etnia
Palaung.
Mi autobús a Kyaukme |
Hasta caer la tarde estuve merodeando por Kyaukme sin ninguna anécdota a destacar, hasta que di con una pequeña escuela donde una profesora daba clases de inglés a sus estudiantes. Me invitaron a entrar y participar en la lección, lo que hice con entusiasmo. Me llamó la atención una lista de preguntas, especialmente dedicadas a los extranjeros que visitan Myanmar. Como muestra de agradecimiento, me dieron un café, una manzana y me ayudaron a encontrar un guía para que me acompañase al día siguiente. Mejor no pudo salir la cosa.
Y así concluyó un día más, expectante por saber que me aguardaba la excursión por los alrededores de Kyaukme, y las sorpresas que aún me quedaban por ver. A esas alturas de viaje, todo se había convertido en un continuo “dejarse llevar”, donde las planificaciones, rutas e itinerarios, dejaban paso a la espontaneidad y la improvisación. Me había embriagado casi por completo del espíritu de Myanmar y sus gentes.
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