Situado en el Sudeste asiático, al suroeste de China, y al oeste de Laos y Tailandia, Myanmar (o Birmania) es un país aún desconocido para muchos extranjeros. Incluso para los que hemos tenido la suerte de visitarlo, alrededor de un 80% del territorio sigue vetado para el turismo, aunque a algunas regiones si se puede acceder, requiriendo un permiso previamente, el cual suele tardar semanas e incluso meses en aprobarse. La reciente apertura al mercado foráneo y los pausados pasos hacia un sistema político democrático, están provocando cambios considerables en el modo de vida de sus habitantes y su manera de percibir al visitante. Todavía no se ha llegado al nivel de Tailandia u otros países de la zona, ni mucho menos, y aún se conserva cierto grado de inocencia y espontaneidad en la gente, lo que precisamente hace de la visita una experiencia digna de vivir.
A nivel monumental,
Myanmar guarda tesoros inconmensurables, siendo el conjunto de los
templos de Bagan, sin duda, el más conocido y admirado. Los aficionados a los
templos budistas, las “estupas” y la meditación, encontrarán
aquí su paraíso, con la pagoda de ShweDagon en Yangon como clímax.
En cuanto a los paisajes naturales, hay para todos los gustos, desde
semidesérticas sabanas, hasta bosques tropicales, pasando por
estuarios, lagos, montañas, todos de postal. Es de destacar, entre
todas las actividades que se pueden realizar en este país, el
senderismo o “trekking”, en concreto en la zona entre Kalaw y el
lago Inle. Inolvidable.
Pateando los alrededores de Kalaw
Por último, quisiera
hacer notar la extrema sensación de seguridad (por mucho que pueda
decir la página del Ministerio de Asuntos Exteriores) que uno siente
al caminar por cualquier lugar de Myanmar. Ya de por si, viajar por
Asia es bastante seguro, pero creo que aquí es donde he notado menor
percepción de riesgo. Aún así, es siempre recomendable andar con
sentido común y no irse dejando objetos de valor por los sitios,
naturalmente. Si uno tiene el cuidado suficiente no tiene porque
pasar nada. Lo que si hay que tener en cuenta es el estado de los
conflictos bélicos en algunos estados, como Kachin y Shan,
protagonizados por minorías étnicas que reclaman sus derechos. De
todas formas, si en estas zonas hubiera peligro, la policía o el ejército birmano
se encargaría de prohibir el paso a los turistas.
Comisaría en Yangon
Antes de empezar a relatar
estos 25 días que pasé viajando por este increíble país, quisiera
agradecer a Lucia, mi amiga y compañera de viaje durante gran parte del
recorrido (y de la que iré "robando" algunas de sus estupendas fotos para el blog), que fue la que me sugirió lanzarnos a esta aventura. Si
no fuera por ella, no lo hubiera tenido en cuenta (mi plan inicial
era visitar Indonesia o Malasia), o no lo habría hecho en el momento
justo. Gracias a ella, y a toda la gente que nos fuimos cruzando por
el camino, locales y otros extranjeros, que hicieron de la
experiencia una de las que más recordaremos en mucho tiempo.
OH MY GOD No me puedo creer que este blog exista, que alguien haya hecho esta aventura con la que tanto sueño yo! Hay tantísimas personas que se quedan con cara de "what???" cuando nombras Birmania... porque ni siquiera saben que existe! Y mucho menos si se te ocurre decir Myanmar. Me encanta, me lo voy a leer de principio a fin!! :)
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