A diferencia de otros
países en la misma zona, no es posible realizar el visado para
Myanmar a la llegada o previamente a través de Internet. No hay más
remedio que solicitarlo en la embajada o consulado más cercano. En
mi caso tenía la opción de hacerlo en Beijing o Kumming, en China,
pero acabé decantándome por la embajada en Bangkok, en Tailandia.
Los precios de los vuelos eran casi los mismos, pero aquí el tiempo
es mucho mejor y hay más opciones para divertirse.
Para pedir el visado,
necesitaréis rellenar un formulario con vuestros datos, una
fotocopia del pasaporte y dos fotos tamaño carnet recientes. El
tiempo que tardan en tramitarlo (al menos en Bangkok) es de dos días,
aunque pagando más se puede conseguir en la misma jornada. Si decidís
hacer el trámite en la capital tailandesa, la dirección de la
embajada de Myanmar es Sathorn Nua Road, 132. La estación de BTS (el
Skytrain, vamos) más cercana es la de Surasak. Saliendo por la
puerta 3, continuáis hacia la derecha, y más adelante giráis la
segunda calle a la izquierda. Encontraréis la puerta de la embajada
fácilmente en cuanto diviséis la tremenda cola de extranjeros
esperando al solecito. Para conseguir los formularios, y hacer las
copias que fueran necesarias, siguiendo al fondo de la calle, en una
bocacalle a la derecha, hay una tiendecita donde hallaréis todo lo
que necesitéis. Una vez dentro de la oficina de visados, veréis dos
ventanillas. En la de la izquierda deberéis entregar toda la
documentación. Luego os dan un numerito, esperáis vuestro turno, y
vais a la segunda ventanilla donde pagáis el importe correspondiente (dos días laborables 20 euros, en el mismo día 33 euros) y os dan un
recibo que tendréis que enseñar cuando vayáis a recoger el visado.
El horario de la embajada es de 9 a 12 de la mañana para aportar la
documentación y hacer el pago, y de 15:30 a 16:30 para recogida de
pasaporte ya con el visado dentro. Aunque a priori la cola de
solicitantes pueda acojonar, en realidad van bastante rápido, no se
tarda mucho.
Inaugurando pasaporte nuevo por todo lo alto
Yo preferí tomarme mi
tiempo y hacer el visado con dos días de espera. Mientras tanto,
aproveché para dar vueltas por Bangkok con Lucía, visitando lugares
que no había visto en mi primera visita hace un año como, por
ejemplo, el templo de Wat Arun, o “Templo del amanecer”. Uno de
los lugares que uno no puede perderse si hace escala en esta ciudad.
Vista desde la terraza principal
El resto de días (5 en total) los pasé vagando por ahí, simplemente disfrutando la sensación de estar de vacaciones, sin prisas ni agobios ni horarios, deleitándome con comida variada (la oferta culinaria de Bangkok es enorme como sabéis), y yéndome de pingoneo con mi huesped, Mandy, de Couchsurfing, que me descubrió algunos de los lugares más “cool” de la noche tailandesa, como el Above Eleven, un pub situado en la terraza de un rascacielos a 105 metros de altitud. Nada que ver con la experiencia que comenzaría días más tarde, pero igualmente placentero.
El resto de días (5 en total) los pasé vagando por ahí, simplemente disfrutando la sensación de estar de vacaciones, sin prisas ni agobios ni horarios, deleitándome con comida variada (la oferta culinaria de Bangkok es enorme como sabéis), y yéndome de pingoneo con mi huesped, Mandy, de Couchsurfing, que me descubrió algunos de los lugares más “cool” de la noche tailandesa, como el Above Eleven, un pub situado en la terraza de un rascacielos a 105 metros de altitud. Nada que ver con la experiencia que comenzaría días más tarde, pero igualmente placentero.
Por último, un par de
recomendaciones. Si decidís hacer el visado en Bangkok, y esperar un
par de días, hay un hostal muy económico muy cerca de la embajada,
llamado Bangkok Backpackers Guesthouse, con una dueña, Neena, super
simpática. Otro consejo es que nunca probéis una bebida llamada
Siamsato. Parece una cerveza, pero en realidad sabe a vinillo blanco
del barato, o como “rebujito” sin gas, un asco.
Vade retro
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